Comentario
Que trata de las balsas que se hicieron para llevar los dolientes
Habiendo pasado el gobernador y su gente el río del Paraná, estuvo muy confuso de que no fuesen llegados dos bergantines que había enviado a pedir a los capitanes que estaban en la ciudad de la Ascensión, avisándoles por su carta que les escribió dende el río del Paraná, para asegurar el paso por temor de los indios de él, como para recoger algunos enfermos y fatigados del largo camino que habían caminado; y porque tenían nueva de su venida y no haber llegado, púsole en mayor confusión, y porque los enfermos eran muchos y no podían caminar, ni era cosa segura detenerse allí donde tantos enemigos estaban, y estar entre ellos sería dar atrevimiento para hacer alguna traición, como es su costumbre; por lo cual acordó de enviar los enfermos por el río del Paraná abajo en las mismas balsas, encomendados a un indio principal del río, que había por nombre Iguaron, al cual dio rescates porque él se ofresció a ir con ellos hasta el lugar de Francisco, criado de Gonzalo de Acosta, en confianza de que en el camino encontrarían los bergantines, donde serían recebidos y recogidos, y entretanto serían favorescidos por el indio llamado Francisco que fue criado entre cristianos, que vive en la misma ribera del río del Paraná, a cuatro jornadas de donde lo pasaron, según fué informado por los naturales; y así los mandó embarcar, que serían hasta treinta hombres, y con ellos envió otros cincuenta hombres arcabuceros y ballesteros para que les guardasen y defendiesen; y luego los hobo enviado se partió el gobernador con la otra gente por tierra para la ciudad de la Ascensión, hasta la cual, según le certificaron los indios del río del Paraná, habría hasta nueve jornadas y en el río del Paraná se tomó la posesión en nombre y por Su Majestad, y los pilotos tomaron el altura en 24 grados.
El gobernador con su gente fueron caminando por la tierra y provincia, por entre lugares de indios de la generación de los guaraníes, donde por todos ellos fué muy bien recebido, saliendo, como solían, a los caminos cargados de bastimentos, y en el camino pasaron unas ciénagas muy grandes y otros malos pasos y ríos, donde en el hacer de los puentes para pasar la gente y caballos se pasaron grandes trabajos; y todos los indios de estos pueblos, pasado el río del Paraná les acompañaba de unos pueblos a otros, y les mostraban y tenían muy grande amor y voluntad, sirviéndoles y haciéndoles socorro en guiarles y darles de comer, todo lo cual pagaba y satisfacía muy bien el gobernador, con que quedaban muy contantos. Y caminando por la tierra y provincia, aportó a ellos un cristiano español que venía de la ciudad de la Ascensión a saber de la venida del gobernador, y llevar el aviso de ello a los cristianos y gente que en la ciudad estaban; porque, según la necesidad y deseo que tenían de verlo a él y su gente por ser socorridos, no podían creer que fuesen a hacerles tan gran beneficio hasta que lo viesen por vista de ojos, no embargante que habían recebido las cartas que el gobernador les había escripto. Este cristiano dijo e informó al gobernador del estado y gran peligro en que estaba la gente, y las muertes que habían suscedido, así en los que llevó Juan de Ayolas como otros muchos que los indios de la tierra habían muerto; por lo cual estaban muy atribulados y perdidos, mayormente por haber despoblado el puerto de Buenos Aires, que está asentado en el río del Paraná, donde habían de ser socorridos los navíos y gentes que de estos reinos de España fuesen a los socorrer; y por esta causa tenían perdida la esperanza de ser socorridos, pues el puerto se había despoblado, y por otros muchos daños que le habían sucedido en la tierra.